LA FORMACIÓN MUSICAL PRODUCE MEJORAS COGNITIVAS EN NIÑOS MENORES DE 6 AÑOS

Una reciente investigación realizada por psicólogos experimentales canadienses de la York University de Toronto, dirigida por el Dr. Sylvain Moreno, especializados en el aprendizaje, la memoria y el lenguaje en los niños, y publicada  en el mes de mayo de 2011 en la prestigiosa revista Psychological Science, que ocupa el primer puesto en el ranking de las publicaciones en psicología empírica, bajo el título “Short-Term Music Training Enhances Verbal Intelligence and Executive Function” (“Un breve período de entrenamiento musical mejora la inteligencia verbal y la función ejecutiva”)[1], ha comprobado una mejora cognitiva en niños menores de 6 años que participaron en un programa interactivo de aprendizaje musical mediante vídeos musicales con personajes reales y personajes animados. Los procedimientos utilizados para medir estas mejoras fueron el test de inteligencia Weschler para Preescolar y Primaria (tercera edición), que realizaron antes y después de la formación musical, y la electroencefalografía (EEG), que permite obtener imágenes del cerebro de forma no invasiva para registrar la evolución temporal de la actividad cerebral.
Presentamos a continuación dos de los vídeos utilizados del programa Corchea, de Quaver Music (http://www.quavermusic.com/Default.aspx), que sigue las normas de la MENC (Asociación Nacional para la Educación Musical) y las Normas Nacionales para la Educación Artística de EE.UU., e incorpora las aportaciones de algunos compositores y pedagogos musicales norteamericanos. La aplicación del programa Corchea fue dirigido por profesores del Conservatorio Real de Toronto. En el primero, titulado “Líneas y espacios”, se enseña la posición de las 7 notas medias o centrales en la clave de Sol sobre el pentagrama y se ofrecen unos ejercicios auditivos que ayudan al niño a memorizar la posición de cada nota y la altura sus
sonidos.
En el segundo vídeo, titulado “Do central y el gran pentagrama”, un personaje que evoca a Guido de Arezzo (991/992-1050) introduce los conceptos básicos de la notación musical: la notación neumática (pauta musical de 1 línea) propia de los cantos gregorianos; su sustitución por el tetragrama (pauta musical de 4 líneas ideada por Guido de Arezzo), tomado de la música griega, que permitía fijar la altura de los sonidos, y precursor del gran pentagrama (la actual pauta musical de 5 líneas); el Do medio o central; la clave de Sol (para los sonidos agudos), y finalmente la clave de fa (para los sonidos bajos o graves). Este monje benedictino también estableció el solfeo al dar los nombres de las notas musicales: Ut (posteriormente Do), Re, Mi, Fa, Sol y La. Posteriormente se introdujo el Si.
Lo más sorprendente de esta investigación es que en el corto plazo en el que fueron entrenados los niños en el aprendizaje musical  (dos sesiones de entrenamiento diarias de una hora de duración cada una, durante veinte días) se llegasen a obtener unos resultados tan evidentes y significativos, tanto por lo que respecta a la intensidad del efecto en las habilidades cognitivas de los niños, como por lo que respecta al elevado porcentaje de participantes en el que se registró tal efecto, que fue del 90%. Estos resultados, a juicio de los investigadores implicados, se pueden extrapolar a niños y adolescentes de todas las edades y también a adultos y ancianos.
La investigación se realizó con 48  alumnos de 4 a 6 años de edad, dividios en dos grupos. El grupo control recibió un entrenamiento artístico basado en el desarrollo de las habilidades visuales y espaciales relacionadas con la forma, el color, la línea, la dimensión y la perspectiva. El grupo experimental recibió un entrenamiento musical basado en el desarrollo de habilidades auditivas, motoras y cognitivas relacionadas con el ritmo, el tono, la melodía, la voz y los conceptos básicos de la teoría musical. Tras la finalización de los respectivos programas de entrenamiento, los niños fueron evaluados habiendo trascurrido entre 5 y 20 días desde la finalización del experimento. En el grupo control no se observaron cambios significativos en su inteligencia ni en su actividad cerebral. Pero en el grupo experimental sí que se observaron cambios cerebrales funcionales y mejoras en la inteligencia verbal, en una proporción de 5 a 1 con el grupo control, en relación a la atención (mayor precisión y tiempo de reacción), la memoria (conocimiento de vocabulario) y la capacidad de analizar la información, razonar y resolver problemas en relación a la competencia lingüística de los alumnos, cuando estas capacidades se encuentran en áreas cerebrales distintas a las del lenguaje musical; un hecho, a juicio de los investigadores, de gran trascendencia para el desarrollo cerebral y la educación.  Estos resultados llevan a concluir que la música es un fuerte potenciador del desarrollo cerebral del niño y no sólo como un instrumento cognitivo más, sino como un entrenamiento cognitivo en sí mismo.
También en Canadá se realizó una investigación anterior por otros psicólogos experimentales de la McMaster University de Hamilton, dirigidos por Laurel Trainor, publicada en el mes de agosto de 2006 en la revista Brain. A Journal of Neurology[2], bajo el título “One year of musical training affects development of auditory cortical-evoked fields in young children” (“Un año de entrenamiento musical afecta al desarrollo de zonas de respuesta evocada cortical auditivas en los niños pequeños”) que ha comprobado el efecto del aprendizaje musical en la maduración acelerada del córtex cerebral  en los niños de entre 4 y 6 años, así como en la mejora de la memoria y la atención, por lo que facilita el aprendizaje de la lectoescritura y de las matemáticas. También se ha comprobado que mejora la orientación espacial e incluso el coeficiente intelectual. Durante un año, al grupo control se le enseñó teatro, mientras que al grupo experimental se le enseñó música mediante el método Suzuki, observándose sólo en este último grupo cambios significativos mediante la técnica de la magnetoencefalografía (MEG).  Los resultados de esta investigación ponen de manifiesto la conveniencia de la formación musical de los más pequeños para desarrollar sus capacidades cognitivas.
Por otra parte, la confirmación experimental de la relación entre zonas del cerebro que controlan la audición y los movimientos corporales ha justificado establecer la hipótesis que la música activa las partes del cerebro que rigen la actividad motora del cuerpo, lo que ha permitido nuevas investigaciones aplicadas a la medicina, como la realizada por el grupo de investigación en Cognición y Plasticidad Cerebral del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) y de la Universidad de Barcelona, coordinado por Antoni Rodríguez Fornells, sobre el efecto terapeútico de la música en la recuperación de la movilidad de personas que han sufrido un ictus. Estos investigadores  estudian cómo se reorganiza el sistema sensorial y motor del cerebro cuando se aprende a tocar un instrumento y si esta reorganización puede ser efectiva como terapia de rehabilitación para recuperar la movilidad de las extremedidades superiores (manos y brazos) en pacientes que han tenido un accidente vascular cerebral.
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