Leer un cuento a los niños cada día o regalarles un libro en las ocasiones especiales son algunos de los primeros pasos que los padres pueden dar para inculcar en sus hijos pequeños el amor y el gusto por la lectura.
Fomentar la lectura, que es una manera de ayudarlos a estudiar y aprender, aparte del placer de conocer historias y reflexionar sobre ellas.
Esta actividad les estimulará y les ayudará a desarrollar sus competencias lingüísticas, pero también les servirá de fuente para adquirir nuevos conocimientos y como herramienta para progresar en todos sus aprendizajes
Siete pautas para crear un buen lector:
- Ofrecer un modelo: los niños imitan a sus padres, por tanto, si ven que
ellos leen de forma periódica, es más que probable que repitan su
comportamiento. Esto no significa que los progenitores deben leer todo
el día, pero sí pueden crear un ambiente lector en casa, compartir con
los niños sus lecturas y otorgar a los libros la importancia y cuidado
que se merecen.
- Familiarizarlos con los textos: antes de
que empiecen a leer, se pueden propiciar ocasiones de contacto con los
textos escritos para que entiendan que estos comunican y sirven para
transmitir información. Se les puede dejar pequeñas notas y leérselas
después o leerles las instrucciones de un juego o juguete.
-
Leer un poco cada día: se debe empezar desde que los hijos son bebés y
dotar al momento de lectura de atractivo e intimidad para que el niño lo
asocie siempre con una actividad placentera. Los padres deben usar
distintos recursos para atraer la atención de los pequeños y realizar
las caracterizaciones adecuadas de los personajes para que la lectura
les resulte más dinámica.
- Juegos para apreciar los libros: los
juegos pueden ayudar a despertar el interés por los libros y la lectura.
Gretel García y Eduardo Torrijos, en su obra ‘Juegos para fomentar la
lectura infantil’, proponen algunas actividades lúdicas interesantes,
como jugar a identificar las distintas partes de un libro (portada,
contraportada, índice o prólogo) o fabricar un divertido marcapáginas
para señalar sus lecturas.
- Su primera biblioteca: los padres
ayudarán al niño a crear sus primeras colecciones de libros si incluyen
estos por norma entre los regalos que les otorgan en las ocasiones
especiales e, incluso, si recuperan libros suyos de cuando eran
pequeños. Es importante que les proporcionen también un sitio concreto
para que los coloquen de forma ordenada y puedan acceder a ellos con
facilidad.
- Enseñarle a elegir: cada niño tiene gustos
diferentes. Por eso, para fomentar su interés por la lectura, ha de
encontrar las que más se ajusten a sus intereses. Una buena ocasión
puede ser llevarlo de visita a la librería y permitirle que revise la
amplia variedad de títulos o sacarle el carné de la biblioteca infantil
para que pueda seleccionar los libros que más le gusten.
-
Dosificar el tiempo de otras actividades: la televisión o los video
juegos son hoy en día dos de los principales enemigos de la lectura. La
atracción que ejercen estas actividades lúdicas sobre los niños provoca
que otras menos “visuales”, como la lectura, les parezcan aburridas y
poco atractivas. Es recomendable que los padres limiten el tiempo de
dedicación a la televisión o los video juegos para darles más
oportunidades a los libros como complemento de ocio.
- Ofrecer un modelo: los niños imitan a sus padres, por tanto, si ven que ellos leen de forma periódica, es más que probable que repitan su comportamiento. Esto no significa que los progenitores deben leer todo el día, pero sí pueden crear un ambiente lector en casa, compartir con los niños sus lecturas y otorgar a los libros la importancia y cuidado que se merecen.
- Familiarizarlos con los textos: antes de que empiecen a leer, se pueden propiciar ocasiones de contacto con los textos escritos para que entiendan que estos comunican y sirven para transmitir información. Se les puede dejar pequeñas notas y leérselas después o leerles las instrucciones de un juego o juguete.
- Leer un poco cada día: se debe empezar desde que los hijos son bebés y dotar al momento de lectura de atractivo e intimidad para que el niño lo asocie siempre con una actividad placentera. Los padres deben usar distintos recursos para atraer la atención de los pequeños y realizar las caracterizaciones adecuadas de los personajes para que la lectura les resulte más dinámica.
- Juegos para apreciar los libros: los juegos pueden ayudar a despertar el interés por los libros y la lectura. Gretel García y Eduardo Torrijos, en su obra ‘Juegos para fomentar la lectura infantil’, proponen algunas actividades lúdicas interesantes, como jugar a identificar las distintas partes de un libro (portada, contraportada, índice o prólogo) o fabricar un divertido marcapáginas para señalar sus lecturas.
- Su primera biblioteca: los padres ayudarán al niño a crear sus primeras colecciones de libros si incluyen estos por norma entre los regalos que les otorgan en las ocasiones especiales e, incluso, si recuperan libros suyos de cuando eran pequeños. Es importante que les proporcionen también un sitio concreto para que los coloquen de forma ordenada y puedan acceder a ellos con facilidad.
- Enseñarle a elegir: cada niño tiene gustos diferentes. Por eso, para fomentar su interés por la lectura, ha de encontrar las que más se ajusten a sus intereses. Una buena ocasión puede ser llevarlo de visita a la librería y permitirle que revise la amplia variedad de títulos o sacarle el carné de la biblioteca infantil para que pueda seleccionar los libros que más le gusten.
- Dosificar el tiempo de otras actividades: la televisión o los video juegos son hoy en día dos de los principales enemigos de la lectura. La atracción que ejercen estas actividades lúdicas sobre los niños provoca que otras menos “visuales”, como la lectura, les parezcan aburridas y poco atractivas. Es recomendable que los padres limiten el tiempo de dedicación a la televisión o los video juegos para darles más oportunidades a los libros como complemento de ocio.
Las animaciones se realizarán periódicamente. Tenemos que ser realistas y programar tantas como podamos preparar y realizar. Es mejor una al mes, o cada dos meses bien hecha, que pretender hacer una cada 15 días y mal preparada, o saltándonos la fecha prevista... Esos desórdenes son perjudiciales, pues los niños no olvidan y terminan cansándose.
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