Hemos definido ya algunos rasgos que condicionan la introducción del juego y el juguete en el aula, verdadero objetivo de lo que queremos que sea la escuela en el 2000. Resulta claro que juego y aprendizaje son términos cercanos, ya que hay importantes adquisiciones que se logran en la infancia a través de situaciones lúdicas. Por este motivo, en palabras de José Luis Linaza, "la escuela no puede ni debe ignorar la importancia que el juego ocupa en la vida de los niños. Muy al contrario, la escuela encuentra un inspirado aliado en el juego para desarrollar su labor educativa". El compañero natural del juego socializado para un niño es otro niño. Por eso, los pequeños dan mucha importancia a tener hermanos y amigos para compartir el juego, aumentando así sus posibilidades de comunicación, interacción y adaptación social. Sin embargo, dada la actual estructura familiar y evolución demográfica, no siempre es posible tener un hermano de edad similar. Tampoco el ritmo de vida, especialmente en el entorno urbano, facilita el compartir juegos con otros amigos. Otro factor es la escasez de espacios dedicados a la actividad lúdica, ya que el juego en el barrio, en los parques, en las propias casas, ha quedado muy reducido. También el tiempo del que disponen para jugar se ha visto limitado; los niños están sobrecargados de actividades escolares y extraescolares, consideradas más "útiles" para su formación. | La conjunción de todos estos factores ha hecho del denominado "juego con iguales" un bien escaso. Este papel lo cumple el compañero de colegio, ya que estos centros son los lugares donde los niños/as tienen más posibilidades de jugar con iguales, otros niños de la misma edad. Además, en el colegio se puede enriquecer el juego. A través de actividades de trabajo manual, los niños y niñas pueden construir nuevos complementos para un juego; también pueden representar con dibujos los personajes y figuras con los que juegan; escribir sus nombres o inventar nuevas historias. El juguete, por lo tanto, no sólo puede, sino que debe ser utilizado como una herramienta didáctica más en el aula. El juego debe estar presente a lo largo y a lo ancho de todo el diseño curricular como una experiencia que hay que garantizar en el quehacer cotidiano. A través del juego, el profesor puede analizar muchos aspectos del niño, ya que ofrece una valiosísima información sobre conocimientos tales como capacidades lingüísticas, comprensión del medio social y natural, dominio de ciertas destrezas, etc.; así como su nivel y posibles problemas de desarrollo y socialización, actitudes, valores y prejuicios, necesidades? Según explica María Costa, "no se trata tanto de introducir juegos educativos en el colegio, como de conseguir un aprendizaje escolar lúdico. Lo que se puede denominar ¿pedagogía lúdica? supone la creación de un clima en el aula, caracterizado por actividades que abran los caminos de la imaginación y estimulen el pensamiento individual". |
ESCUELA Y JUGUETE: Punto de Encuentro
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