EL JUEGO EN LA EDAD ESCOLAR: El RECREO


El recreo se constituye en ese espacio en el que se suspenden las actividades y, las y los alumnos disponen de un tiempo libre.
Frecuentemente nos cuestionamos acerca del lugar, del tiempo, de sus límites, de sus condiciones. En definitiva de su valor y sentido.

Son diversos los estudios que dan cuenta, en diferentes latitudes, que el espacio diseñado para el juego se reduce cada vez más. Nos referimos tanto al espacio físico como a los momentos para actividades libres. El valor del terreno, las exigencias académicas que ocupan el tiempo para el desarrollo de nuevas tareas y el temor a los accidentes confluyen para acotarlos. Los patios de las escuelas, en más de una oportunidad, son lugares en los que los niños pueden tener dificultades para desplazarse, si lo hacen corriendo, o en los que se encuentran más escollos de los necesarios. También se aduce que esos espacios son poco productivos y, más de una vez, los lugares en los que se provoca e instala la violencia. “Recreo o guerra” sostienen algunos docentes que se sienten incapacitados para prever situaciones conflictivas, para atemperarlas o solucionarlas.

Como debe ser el espacio destinado al "RECREO"

Es posible organizar el espacio de juego de manera adecuada a las edades y necesidades. Seguramente, los espacios amplios, sin desniveles ni obstáculos suelen ser los recomendables, sin que esto signifique perder el sentido estético que debería guardar. Colores alegres en sus paredes o pinturas murales, pisos de rayuelas, porciones protegidas para los que quieren un rincón para conversar, aros para juegos de pelota o marcas en el piso pueden ser estimulantes para favorecer los diferentes juegos.
El patio de una escuela difícilmente pueda contener plantas o flores distribuidas al azar pues peligrarían diariamente. Tampoco escalones o desniveles porque incitarían a un uso inadecuado. Sin embargo, si posee grandes dimensiones podrá, seguramente, reservarse una zona para las plantas, flores, trabajos de jardinería o inclusive una huerta escolar. Es imprescindible que el espacio signifique un lugar de alegría y no de reclusión. En todos los casos, además, debería constituir una oportunidad adecuada para compartir actividades libres, conversar o saborear los caramelos. Es por ello sustantivo pensar este espacio desde un lugar estético.

Es importante reconocer que los juegos se diferencian en las diferentes edades y que, los adolescentes, difícilmente vean con agrado compartir estos lugares con los niños. Es por ello que los tiempos y los requerimientos de los espacios por parte de los más chicos, los de las edades intermedias y los adolescentes deben ser diferentes.


¿Cuanto debe durar el Recreo?

Algunas instituciones han adoptado reunir los espacios de recreo para alargarlos y así posibilitar el desarrollo mayor de los juegos. Dos recreos de veinte minutos facilitan las propuestas que jerarquizan el desarrollo de los juegos. Otras, por el contrario, reivindican la necesidad de pequeños cortes alternando el tiempo de estudios para favorecer la concentración de los niños. Es difícil optar por una u otra propuesta. Es probable que recreos cortos alternando con otro largo durante la jornada ofrezca una solución que contemple el desarrollo de actividades de diferente tipo.
Seguramente es una mala administración de ese espacio cuando los docentes insisten en que es el espacio para ir al baño o para comer. Si el juego es entretenido o divertido, es probable que los niños recuerden sus necesidades fisiológicas o de alimentación cuando el juego terminó. Es importante, entonces, proveer esos espacios y no proponer estas actividades en los espacios de juego.
También resulta equívoco considerar que el tiempo del recreo se puede usar alternando a los docentes, para que unos descansen y otros supervisen las tareas del patio. Creemos que el tiempo del juego del alumno constituye en el maestro el tiempo de la supervisión, de la ayuda, de la mirada adulta para favorecer mejores propuestas compartidas.

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