DE VUELTA AL COLE

CHICOS SIN PRESIONES Los niños del siglo XXI, sometidos a crecientes exigencias escolares, terminan aborreciendo el colegio. Claves para que los pequeños recuperen la capacidad de disfrutar de lo que hacen. Hoy en día, la creciente competitividad que se da en nuestra sociedad (desde el punto de vista laboral, deportivo y social) inevitablemente se traslada al ámbito escolar. Cada vez más padres sobreexigen a sus hijos para que sean los mejores en la escuela, con la idea de que así estarán más “armados” para la edad adulta y podrán desenvolverse con mayor éxito. Es así como ya no resulta extraño encontrarse con chicos que llegan más agotados que sus padres al final del ciclo escolar y al inicio de las vacaciones. E incluso ver niños y adolescentes con patologías que son propias de adultos de 40, como ataques de pánico y fobias. Ni qué hablar del estrés y las alergias. A estos niños sobreestimulados, los padres creen que hay que colmarlos con actividades para que no se aburran: los mandan al colegio jornada completa y luego los inscriben en actividades extracurriculares como natación, taekwondo, idiomas o el aprendizaje de algún instrumento musical. Por otro lado está la presión social para alcanzar el éxito. “Es que en esta sociedad terriblemente exigente se piensa que el que no se forma no va a alcanzar el éxito y el que no alcanza el éxito no puede alcanzar la felicidad”. “No está mal que un chico vea televisión o juegue en la computadora, pero el exceso hace que los chicos tengan una capacidad de fantasear y jugar muy limitada, porque reciben las cosas armadas, procesadas. Los de hoy son chicos muy realistas, les cuesta volar con la imaginación porque se mueven en un mundo muy concreto”. por tal motivo, brindamos una serie de consejos para los padres a fin de que los chicos puedan disfrutar de lo que hacen:
  • No querer que nuestros hijos hagan lo que nosotros no hicimos.
  • Conocerlos: por ejemplo, no todos los chicos aguantan una escolaridad de doble jornada.
  • Cuando son chicos, brindarles tiempos y espacios adecuados para dejarlos jugar.
  • Brindarles la posibilidad de explorar diferentes propuestas de juego, respetando su edad cronológica.
  • Y en la medida de lo posible, jugar con ellos.
  • No temer que se aburran, del aburrimiento, además de ser una experiencia vital, pueden salir cosas interesantes.
  • Ocio: dejarlos que se tiren en un sillón a mirar el techo. Desestructurarlos, absolutamente.