La recreación institucional siempre ha estado signada por la dicotomía entre la premisa de libertad en su goce y el direccionamiento implícito en la oferta institucional de alternativas para su disfrute.
En el nivel de la simple vivencia individual el elemento más determinante está derivado del imperativo ético de quien la disfruta, quien en su nivel de valores, gustos y preferencias determina que es conveniente o no para entrar en ese estadio de satisfacción que le brinda la recreación. Sin detenerse a evaluar los comportamientos de recreación que causan daño social (por ejemplo personas agrupadas en torno a barras bravas, que se recrean haciendo actos de vandalismo al terminar un encuentro deportivo) o daño a uno mismo (como aquellos que se divierten consumiendo las denominadas drogas “recreativas”), el menú de opciones que pueden enfrentar simultáneamente el calificativo de recreativas o no es inconmensurable: para algunos un casino o jugar monedas en la calle, puede ser una recreación positiva; para otros, es censurable. Para algunos pintar, ir a un concierto callejero, detenerse a mirar un mimo en la calle es una excelente opción recreativa positiva; para otros es aburrido y lo más lejano posible de la recreación.
DE LA SINCRONIA DE LOS ELEMENTOS RECREATIVOS
Cuando las instituciones deben entrar a estructurar una oferta de programas recreativos salta a la vista que la orientación no podría surgir del exclusivo gusto de quien va a diseñarlos: entrarán ya los cuestionamientos acerca de lo socialmente "rentable" y de la capacidad de generar ofertas atractivas para la población a quien van dirigidas.
Y ello presupone la habilidad de establecer como sintonizar el plano individual e institucional de los elementos que intervienen en la vivencia recreativa, a saber la actividad, el tiempo y el espacio.
La actividad recreativa.
Se considera que para que una actividad sea recreativa debe caracterizarse por ser voluntaria y placentera. A nadie puede obligarse a recrear ni tampoco se trata de ponerlo a hacer el ridículo o un esfuerzo exagerado -lastimándole espiritual o físicamente-.
Ello es consecuente con la premisa que ha orientado la gestión de programas de recreación desde entidades como FUNLIBRE: Uno no recrea a nadie, ni nadie lo recrea a uno. El reto de las entidades es generar los ambientes que le posibilten a los usuarios entrar en sus propios proceso de recreación.
Y cuales actividades voluntarias y placenteras son recreativas?. Para algunos su trabajo es voluntario y placentero: Podríamos decir entonces que no se ubica en el plano de lo recreativo? A mi juicio, ese sería el ideal de la humanidad.
Lo que sucede es que adicionalmente existe el ocio casual y el ocio serio. Mirar para el techo (el dolce far niente), es ocio, casual y del bueno (cuando no debería estar trabajando...). Aprender técnicas de pintura al óleo puede ser una excelente opción de ocio serio (a no ser que ello sea el camino tortuoso para trabajar en el único empleo que le consiguió el amigo como ambientador).
El tiempo de recreación.
Un gran problema es la presunción que solo por fuera de la actividad cotidiana es que uno puede recrearse, y obviamente el tiempo de recreación sería el que queda después de cumplir con las obligaciones cotidianas. Ello es que lo que ha llevado a hacer sinónimo de recreación el tiempo libre. Pero independientemente de creer que ello no es adecuado, cabría preguntarse libre en que dimensión. Libre de, libre para, o ejercicio de libertad.
Adicionalmente estaría el análisis de su magnitud: seguimos con el mentiroso esquema de las 3 ocho: 8 horas de trabajo, 8 de sueño y 8 de descanso. Y nos estrellamos con la cruda realidad que en este uso del tiempo que se comporta como un juego de suma cero (donde lo que uno gana es exactamente lo que pierde el otro) en el que muchas de las actividades cotidianas extralaborales giran usualmente en torno al trabajo propio o del círculo familiar - lo que hace que me toque quitarle al del de supuesto descanso para efectuar mis desplazamientos al lugar de trabajo o de estudio, el arreglo y aseo personal-, la alimentación, la atención de compromisos familiares y sociales -preparar la comida, hacer tareas con los hijos-.
Necesariamente una opción es meterle libertad al tiempo de trabajo. Que el recreo sean las clases.
El espacio recreativo.
Así como en los otros elementos el carácter recreativo del espacio se lo dará el carácter de la vivencia. Y ello es lo que señala la importancia de generar opciones que faciliten el tránsito del espacio físico al espacio vital y al espacio lúdico, el transito del espacio al lugar.
Veamos el caso de una calle o un parque.
Para algunos puede ser un simple espacio físico, que está "ahí", omnipresente, que existe sabiéndolo o no, conociéndolo o no.
Ese mismo espacio puede ser para otro un espacio vital: de vida -lo que no necesariamente señala que sea bueno –si no, que lo digan los vecinos al Estadio El Campín o los de las casas al frente de las discotecas- o, porque no, que aunque no lo disfrute intencionalmente le encuentro lo bueno: una plaza linda al frente de la casa -a la que nunca voy pero que sé que esta ahí, para mi-.
Para otros ese mismo espacio puede ser un espacio lúdico -su lugar de recreación- en el que tiene esas vivencias placenteras: internas. El paso del espacio de clase como sitio de aberración al espacio de las vivencias placenteras del conocimiento, el patio de recreo como lugar de aprendizaje, el espacio público como espacio lúdico.
GENERANDO LUGARES: DEL ESPACIO PUBLICO AL ESPACIO LUDICO
El espacio no puede ser disociado de las prácticas de la gente que lo usa. Así, un espacio que tiene unas dimensiones absolutas y relativas, con unos límites concretos, se convierte en un lugar si, y solamente si, los individuos le dan un sentido metafísicamente significante. Un espacio se convierte en lugar cuando un individuo llega a conocerlo y lo dota de significado.
Henderson y Flelke establecen seis enfoques para abordar las conexiones entre como el espacio y el lugar se relacionan con el ocio:
- El espacio como contenedor: La gente usa los espacios como contenedores, o sitios, para actividades de ocio y recreación. Todo ocio es espacio específico.
- Desarraigo (La naturaleza cambiante del espacio)
- Lugar y Tiempo
El apego al lugar es una función del tiempo con el lugar, en la que el tiempo lo hace visible y con la noción de lugar como una conmemoración del pasado.
- Lugar y estado mental
- Identidad y relaciones sociales
Los espacios no son estáticos porque las relaciones sociales que crean los lugares son dinámicas. La comunidad puede ser un lugar, pero puede no serlo dependiendo de cómo la gente se identifica con este y crea relaciones sociales. Todos los fenómenos sociales tienen una forma espacial que puede cambiar con el tiempo, y una de las formas más obvias para que estos cambios ocurran es vía que los espacios y lugares de ocio se conviertan en sitios de resistencia, como sucede cuando los jóvenes encuentran sus propios espacios subvirtiendo el uso y significado de espacios oficiales.
- Lugar y poder
Los espacios y lugares afectan la forma en que el género es construido. El espacio puede darnos algún sentido de donde existen las relaciones de género y son rutinariamente perpetuadas y reproducidas. A través de la estructura física, trazados y percepciones acerca de un área, el uso del espacio por las mujeres puede estar condicionado por el temor. Las personas comprometidas con la gestión del espacio público no pueden ignorar el control del espacio, la segregación del espacio y la exclusión efectiva de ciertos grupos sociales de determinado espacios y lugares de ocio en momentos particulares.
Los defensores del ocio necesitamos entender la forma en que las personas, hombres y mujeres, perciben y experimentan su ambiente y la percepción es reflejada en la vida cotidiana y así como en las actividades de ocio.
- Ocio como constructor de lugares
El diseño de espacios y programas debe ser la respuesta a la pregunta adecuada para establecer metas y formas de pensar a través de los sentimientos y comportamientos que están asociados con identidades y relaciones sociales en los espacios.
El lugar así como el ocio expresan valores personales y sociales. Son una necesidad psicológica, un prerequisito social y un atributo espiritual.
LA PROPUESTA
Necesariamente, sin entrar en las discusiones sobre el carácter físico del espacio y los análisis que hacen los arquitectos y diseñadores de los espacios, evidentemente el problema desde nuestra óptica está asociado, de una parte, con las opciones que brindan los espacios para posibilitar vivencias lúdicas, y de otra de la capacidad de las instituciones de estructurar ofertas de actividades que hagan de ellos lugares para la gente.
Y las 2 variables son igual de importantes. Como anotaba Tonucci, el diseño de parques por ejemplo no debe hacerse a la luz de lo que le gusta a los arquitectos sino de lo que le es interesante para los niños. Hacer que los arquitectos y diseñadores dejen de andar definiendo áreas e indicar presuntuosamente los tipos y las modalidades de los juegos con que un niño puede entretenerse allí.
No se trata de hacer espacios públicos infantiles, se trata de "dejarle espacio a los niños". Hacer que el objetivo de los espacios y parques no sea responder a las preocupaciones de los adultos sino satisfacer las exigencias de juego de los niños.
Requerimos espacios dúctiles, utilizables de formas diferentes según los requerimientos del juego. Y a esto se asocia que no es un problema de infraestructuras. Es un problema de usos. De eliminar y no poner barreras para su disfrute.
Por qué enfatizar en la administración de los espacios antes que en la operación de los espacios?. El reto no es quien se queda con las llaves de un espacio -y por tanto el ejercicio del poder sobre el espacio- sino quien tiene mayor habilidad para identificarse y sintonizarse con las expectativas, necesidades y gustos por satisfactores de una comunidad.
No se trata de espacios públicos "bonitos" o bien conservados. Se trata de espacios públicos que por efectos de las vivencias lúdicas se conviertan en lugares para la población.
Es el espacio público un bien de inventario o bien de consumo? Recuerdo hace 3 años cuando durante la administración Peñaloza organizamos las Vacaciones Creativas, el inmenso problema para que algunos rectores "autorizaran" el uso de las instalaciones durante la temporada vacacional por los niños de sus propias comunidades educativas, llegando incluso alguna "rectora" a suspender el servicio de agua para presionar la salida de los niños.
Y en la estructuración de usos lúdicos del espacio público es tal vez uno de los casos más representativo para la aplicación de estrategias de ruptura. No estamos frente a una demanda que genera oferta, estamos frente a una inmensa oferta para la que hay que generarle demanda.
Y esto implica entender que en el él podemos avanzar en la construcción de un Esquema de Vida Optimo de Ocio, en el que se puede tener tanto el ocio casual como el serio, y que en ello podemos y debemos equilibrar la vivencia recreativa espontánea del ciudadano que se goza su espacio, como la oferta de procesos que hacen las instituciones para que todos nos disfrutemos nuestros espacios convirtiéndolos a través de la lúdica en nuestros lugares.
En consecuencia, debemos adoptar posiciones frente a las opciones que se nos presentan, y ser consecuentes con ellas en la práctica.
ESPACIOS VS. LUGARES
LO MASIVO VS. LO POPULAR
ESPECTADORES VS. ACTORES
GASTO VS. DISFRUTE
ADMINISTRACIO VS. OPERACION
EQUILIBRIO ENTRE EL
OCIO CASUAL Y EL OCIO SERIO
ESTRATEGIAS DE RUPTURA
Autor:
CARLOS ALBERTO RICO A.
Presidente FUNLIBRE - Ponencia presentada en III Foro Internacional de Parques realizado entre el 22 y el 25 de Junio 2002. Bogotá
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