ELEGIR BUENOS LIBROS

Encuentren aquí una serie de criterios para identificar la literatura infantil de mayor calidad literaria. Se trata de criterios en tanto opiniones y no conocimiento.



 
El libro se lee tanto por niños como adultos. Un criterio para seleccionar literatura infantil es que puede ser leída y disfrutada por grandes y adultos porque apela a estructuras esenciales de la condición humana –es universal- y acarrea bagaje cultural (en otras palabras, no es literatura ‘light’ o ligera). Muchos textos originalmente escritos para adultos como Robinson Crusoe demostraron capacidad de conexión con la infancia y quedaron consagrados como clásicos. Asimismo, clásicos del presente como la Tetralogía de Terramar de Úrsula Le Guin (EEUU, 1929-) es disfrutada ampliamente por adultos
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El libro perdura en el tiempo. Otro criterio para seleccionar literatura infantil es que perdure en el tiempo, porque prueba su valor cultural y permite al lector, en muchos casos, acceder a mitos, imágenes, recuerdos colectivos que lo habilitan a tener un diálogo intergeneracional y un anclaje de identidad cultural y nacional. Estos libros, como Don Quijote (Cervantes, 1606), vencen el paso del tiempo porque conservan actualidad o porque en un momento histórico determinado narraron algo de una forma tal que se convirtieron en textos representativos de una época, corriente de pensamiento o desarrollo particular de la disciplina literaria.
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El libro brilla por la forma. Un libro no se define sólo por qué cuenta sino por cómo lo cuenta –cómo presenta, estructura y estiliza su material - o dicho de otra manera, por su forma. La forma condiciona la recepción del texto por parte del lector y es, en gran medida, responsable de generar una recepción afectiva, íntima y privilegiada del texto, razón por la cual solemos decir que la buena literatura conmueve. En la historia de la literatura los temas se repiten; lo que varía, y allí radica la diferencia de calidad, es la manera de contarlos, su enunciación.
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El libro provoca un placer difícil. Otro criterio para seleccionar literatura infantil es que presente esa densidad que deja una impronta en el lector más allá del entretenimiento placentero e inmediato, volviéndose un placer duradero que se evocará en situaciones determinadas a lo largo de la vida y que moverá al lector a buscar nuevos libros que serán nuevos entretenimientos y nuevos placeres sutiles y difíciles. La gran literatura es capaz de provocar una cierta angustia, por oposición a la literatura ‘light’. Sus textos no confirman sino que mueven nuestras ideas y sentimientos.
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El libro invita a la reflexión. Un último criterio para seleccionar literatura infantil es que promueva la reflexión y ejercite la imaginación de modo que nuestra mente amplíe sus confines y adquiera la capacidad de pensar creativamente los conflictos y obstáculos con los que se topa. Este punto está íntimamente ligado con el anterior, pero en lugar de enfocar el placer de la lectura, se concentra en las reflexiones a que la gran literatura nos invita. Para Harold Bloom, la literatura es una provocación a la grandeza; nos hace crecer como individuos, nos presta amplitud y profundidad. Nos ofrece vías de exploración, comprensión y aceptación de modos de vida ya que promueve la identificación con personajes y contextos ajenos.
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Por Clara Levin, Lic. en Letras.
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