“LA LITERATURA INFANTIL Y LA CREATIVIDAD EN EL NIÑO”

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Por Mercedes Falconi
Voy a hablar sobre la creatividad infantil. Enfocaré brevemente tres áreas: 

  • Cuando los niños escuchan
  • Cuando los niños escriben 
  • Cuando los niños pintan. 
Antes de teorizar conceptualmente, me permitiré incluir unos ejemplos. Empezaré con una anécdota inigualable que prácticamente, de entrada, explica casi todo cuanto yo deseo decir. Es muy bella. 
Cuenta el escritor uruguayo Eduardo Galeano, que en uno de sus recorridos por el Cuzco se encontró rodeado, de pronto, por un enjambre de niños que le exigían, a grito pelado, que les dibujara cosas en sus manitas cuarteadas de mugre y frío: había quien quería un cóndor o una serpiente, otros preferían loritos o lechuzas, y no faltaban los que pedían un fantasma o un dragón. En medio del alboroto, el más pequeño de todos, le mostró un reloj dibujado con tinta negra en su muñeca: -Me lo mandó un tío mío, que vive en Lima- le dijo. -¿Y anda bien?- indagó Galeano. -Se atrasa un poco -reconoció el niño.


Entre la fantasía y la realidad
La tradicional oposición entre fantasía y realidad, en la que la realidad significa lo que existe y la fantasía lo que no existe, carece de sentido. Para un niño, a la hora del juego, es tan real un reloj dibujado en su muñeca, un palo de escoba convertido en caballo, o un dragón que se come los malos sueños, como tomar la sopa o ir a la escuela. Pero no tan divertido, evidentemente. Cuando el niño escucha o lee cuentos, no solamente es el ser que habitualmente es, sino también es el ser hechizo del cuento. El niño cree en los personajes, en su itinerario. Vive sus aventuras y experiencias. Comparte sus fracasos y victorias. Sabe que es ficción lo que está en los cuentos. El niño no confunde la fantasía con la realidad. Cree en ambas por igual. Pero subrayo: no las confunde. No olvida el ser habitual, diario que es: con o sin desayuno escolar, con o sin televisión. No lo olvida. Pero a ese ser se suma el otro, el que sale de

viaje. “Gracias a la ficción el niño es otro sin dejar de ser él mismo”. Con el libro es un viajero sedentario de otros mundos. Aunque, claro, no hay libro que reemplace a la experiencia en sí misma, pero tampoco hay una experiencia que sea suficiente por sí misma. En palabras de un gran escritor: “el espacio entre la vida real y los sueños, lo ocupan los cuentos”. Es el puente sobre el abismo. Eso lo saben los niños. Los niños que tienen una mayor capacidad que los adultos para soñar e imaginar. Para oír un cuento se requiere creatividad.

Creatividad intelectual y corporal. Los niños la tienen, pero esa doble potencialidad hay que estimularla y desarrollarla. Abonarla. Enriquecerla con textos apropiados, donde la fantasía y la realidad vayan de la mano.

Cuando los niños escriben
Otra expresión de la creatividad de los niños se encuentra en actividades incuestionablemente lúdicas: cuando los niños escriben y cuando los niños pintan. Aclaremos. 

Todo maestro y padre de familia ha visto con deleite cómo los niños, por ejemplo, cuando están en el campo, se encantan con lo desconocido y buscan mil y una maneras de tomar contacto con pequeños bichos, al tiempo que desean hipnotizar ranas, atrapar mariposas o vencer a supuestos dragones.
Su imaginación -en estado espontáneo -corre suelta y el niño se divierte, inventa cosas, y crea sus vivencias. 

Pero el niño se encanta, además, con el lenguaje, con las palabras desconocidas, con las onomatopeyas, con las palabras sonoras. Gustan de las que tienen ritmo. Las repiten. Cambian su estructura, su sentido. Llegan a la incoherencia con felicidad. Esa incoherencia que cultivan a propósito con el lenguaje que, según Miguel de Unamuno, "es otra expresión de creatividad"

Es su forma de construir su lenguaje. De hallar el ritmo, la cadencia, su sentido metafórico inclusive. En este juego con las palabras, los niños a veces hacen textos muy hermosos, textos creativos y poéticos, y los padres y maestros pensamos que son literatura infantil. Pero no es así. Las creaciones infantiles carecen de estructura poética, de rigor literario, no son producto del oficio, ni de una acción consciente. Son textos espontáneos.
Siempre trato de vivir atenta a lo que los niños dicen y a lo que los niños hacen. Y son muchas las vivencias maravillosas compartidas. 

Les contaré dos experiencias en mi criterio irrepetibles. En el jardín de infantes donde trabajo matinalmente escuché lo que sigue: 

1- Un niño después de llorar por un golpe que su amigo le diera, preguntaba:
Álvaro: - ¿Me pegaste duro o suave?
Miguel: - ¡Suave!
Álvaro: - ¿Y me pegaste de verdad o de mentira?
Miguel: - ¡De mentira!
Álvaro: - Yo también lloré de mentira 


2- Otro niño narró este cuento a partir de un dibujo:
"Había una vez dos niños que se peleaban, el uno se llamaba Luna y el otro Sol. Se peleaban porque el Sol creía que era de día y la Luna de noche. Llegó un ángel, los convirtió en pájaros y ya no hubo ni Luna ni Sol." 



También las preguntas de los niños son un abrecaminos de su imaginación. ¿Por qué llueve? ¿A dónde se va el sol cuando sale la luna? ¿Quién sostiene las estrellas? ¿Por qué mueren las personas?
 

3-Éste fue el diálogo entre la maestra y un niño de jardín, que se apodaba Teque.
Teque: - ¿Sabes por qué llueve?
Maestra: - ¿Por qué llueve Tequecito?
Teque: - Llueve porque las nubes vienen y le tapan al Sol, y entonces el Sol se pone triste porque quiere calentarnos más y vernos jugar, y se pone a llorar. Cuando llueve bastante es porque el Sol llora bastante.
Maestra: - ¿Y por qué llueve en la noche?
Teque: - Porque la Luna es un Sol dormido, no ves que a veces cuando voy en el bus a la escuela veo la Luna.
Maestra: - Yo sabía que llueve cuando las nubes chocan y se producen descargas eléctricas, por eso hay truenos...
Teque: - ¡No es así! Lo que pasa es que las nubes aplastan al Sol y entonces el Sol llora y grita.

Cuando los niños pintan
Cuando se pinta también se pueden hacer -al mismo tiempo -hermosas creaciones de palabras. Un gran artista plástica de nuestro país me contaba que, cierta vez, una niña que participó en un taller suyo, pintó un mar multicolor con muchísimos peces. Con gran precaución la niña dibujó frente al mar una botica... Ella suponía, con razón dentro del mundo de su lógica, que por lo frío del agua los peces siempre estarían resfriados... y necesitarían periódicamente medicinas.

La casa de la creatividad es el juego.


Sin embargo, cuando se habla o se escribe sobre la creatividad infantil, hay que hacer una precisión: los niños no son creativos en el aula; son creativos cuando juegan. Cuando tienen la posibilidad de esparcir su espíritu y su cuerpo. De vivir en su ley. Cuando los niños están sujetos a leyes del aula y tienen que leer por obligación y escribir con el tema preestablecido por el maestro, la creatividad no es lo más común. Cuando tienen que dibujar en cuadernos de dibujo que incluyen modelos a calcar, la fantasía se atrofia y lo más grave es que casi nadie se percata. El juego, en cambio, estimula la imaginación y permite que el niño construya su mundo y su forma de ver la vida. No voy a afirmar que se vuelve, de hecho, un artista, pero se aproxima -sin proponérselo expresamente -a la lógica maravillosa de la estética. Ya lo decía Schiller en palabras absolutas: el arte nació del juego y el juego es la vida del niño.
El niño nace artista y suele dejar de serlo cuando se hace hombre. Y si no deja de serlo, es que sigue siendo niño.
Cuando nosotros entendamos cabalmente esto -y abonemos la imaginación del niño, como debemos hacerlo -tal vez no sólo se cumpla el pensamiento-profecía de Schiller, sino que todos, después de dibujarnos un reloj en la mano podamos ver la hora, como ese niño del Cuzco que conversó con Eduardo Galeano.

Así es el juego y su magia. En el juego empieza la creatividad que se vuelve arte.
*Martha Sastrías [comp.] Caminos a la lectura. Diversas propuestas para despertar y mantener la afición por la lectura en los niños México, Ed. Pax, 1997, pp. 54-61.

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